Colecciones de niños: tesoros invalorables

Hola ¿Qué tal?

Ya empezamos a sentir la navidad y el frío con un poco de  nieve aquí en Quebec. No me quiero adelantar, pero a partir del domingo te trataré de inundar del espíritu navideño en mi blog. Por ahora te quiero hablar de las colecciones que hacíamos cuando éramos niños.

Todo niño tiene una afición o una debilidad por coleccionar algo. Pueden ser piedras, metras, monedas y billetes de diferentes países, barajitas de sus deportistas favoritos, dinosaurios, aviones, carros.

En mi caso yo siempre me incliné por el papel. Coleccionaba álbumes de barajitas bonitos y tiernos. Tenía 2 preferidos: Amor es con ilustraciones  de una pareja cándidamente desnuda y Te quiero  con ilustraciones de Sarah Kay. Además de estos álbumes me gustaba  coleccionar  papelería. Por aquellas época, tener una hojita con sobre de Hello Kitty era todo un privilegio y si además tenías a Little Twin Stars, wow!! Eras la envidia de todas las niñas de la clase.

Los recreos se pasaban intercambiando hojitas y sobres. Tú comprabas una libreta bonita, guardabas algunas hojas y las demás las intercambiabas con tus amigas. De la misma forma hacías con tus álbumes. Yo siempre le decía a mi mamá que comprara los sobres de barajitas en kioscos diferentes para minimizar las barajitas repetidas en el paquete. Recuerdo un día cuando una amiga, Carla, vino con una caja llena de paquetes de barajitas. Increíble! Todas las amigas la ayudábamos a abrir los sobres que éran más de 50! Que envidia! Qué lujo! Después nos quedábamos "pegadas" a ella hasta que viera cuáles eran sus repetidas y cuales quería y podía  intercambiar. Llenar un álbum era toda una odisea ya que no existía eso de contactar a la imprenta y pedir el numero de barajita que te faltaba. De hecho mis álbumes todavía tienen "huecos" en ciertas páginas que yo solucioné pegando una calcomanía.

Después de tantos años todavía conservo estas reliquias y mis hijas lo ven como antigüedades muy valiosas. Por supuesto que las hojas están amarillas y hay marcas el scotch tape en el papel. Sin embargo, para mí, siguen teniendo el mismo valor e importancia que cuando tenía 9 años  en mi querido colegio Emil Friedman. 

Otra colección que empecé desde muy pequeña y todavía conservo es la colección de agendas. Cada año, cerca de esta fecha empiezo a buscar agendas para el año que viene. Confieso que soy super quisquillosa ya que las elijo de acuerdo a muchos criterios: diseño, tamaño, presentación, espacio para escribir, secciones al interior. Hay años que opté por agendas pequeñas, otros años por agendas empastadas; en fin, es una diversión-obsesión que perdura en el tiempo. Elijo una agenda para escribir el día a día y elijo otra la cual utilizo como diario donde pego las entradas de cine, las etiquetas, las fotos, etc. Sí, funciona como una especie de Scrapbook improvisado ya que mi fin principal es narrar lo que hice esa semana. 

Con mis hijas, desde que empezaron a ir a la guardería,  recolecto  sus dibujos y todavía guardo todas las tarjetas y mensajes que me hacen. Tengo 3 carpetas diferentes para no confundirlas aunque son tan definidas que sabemos claramente lo que cada una dibujó. 

¿Y tú? ¿Coleccionabas algo cuando eras pequeño? ¿Lo conservas todavía? Si tienes un tiempito, escríbeme y me cuentas. 

Gracias por leerme y hasta la próxima!