Mi visita a Venezuela la considero como todo un lujo, es por ello que hablaré de la maravilla que significa regresar al país de uno y obviaré todas aquellas realidades que conoces y que nos entristecen por lo duras que son.
Te contaré las cosas nuevas que me encontré y te recordaré todo aquello que probablemente extrañas con locura!
1. La playita;
Me sentí realizada cuando me enteré que tenía la oportunidad de bajar a la Guaira y ver el MAR!
Ese Mar Caribe que no tiene comparación: con una temperatura perfecta, unas olas sabrosas y unos atardeceres de película y sin filtro!
Ver, oler y hasta saborear ese mar lo extraño como a un ser querido y lo valoro apenas lo veo. Con mi sobrino, pasé largas horas jugando con la arena y con mis hermanos disfruté de sus atardeceres.
2. Comidas y juguitos;
Yo no he recorrido el mundo entero pero si me he paseado por muchos países y puedo afirmar que como se come en Venezuela no se come en otro sitio. Me refiero a la comida sencilla, nada de restaurantes de lujo porque no hace falta. Yo me deleité con un buen asopado, un pollo en brasa, unas arepitas fritas, un pescado a la plancha, unos tostones, un pabellón criollo y un queso BLANCO!
Y si hablamos de los juguitos: el de guayaba, el de melón, el de parchita! Qué delicia!
Hay un kiosco de jugos y frutas en plena avenida Francisco de Miranda a la altura del edificio Parque Cristal que no tiene desperdicio. Hacen unos jugos combinando frutas exóticas y agregando además jengibre y especies raras que le dan un gusto excepcional. Te atienden con muy buen humor dándote una energía especial para continuar tu día.
3. El teatro:
Dicen que en época de crisis, el arte y la creatividad florecen de una manera particular y yo lo evidencié cuando ví la obra de teatro La Cocinera.
Con apenas 5 personajes, esta obra de Eduardo Machado te transporta a una Cuba muy bien diferenciada en tres momentos de su historia contemporánea. La original puesta en escena, el magnífico libreto y hasta el sentido del humor de esta familia, te hacen pasar dos horas de vivencias muy intensas.
Con apenas 5 personajes, esta obra de Eduardo Machado te transporta a una Cuba muy bien diferenciada en tres momentos de su historia contemporánea. La original puesta en escena, el magnífico libreto y hasta el sentido del humor de esta familia, te hacen pasar dos horas de vivencias muy intensas.
Si tienes tiempo, antes de la función, puedes disfrutar del Café Kakao en el espacio plural del Trasnocho. Te recomiendo que hagas esta parada técnica ya que una vez comenzada la obra, no hay intermedio, ni puedes pasar a la sala con comida.
4. Esculturas y edificios públicos:
Me encanta caminar y toparme con una escultura de ésas que te quitan un: Wow! Caracas es única por muchas cosas, pero en este caso, me gusta como el verde de su vegetación se mezcla con autopistas, edificios y esculturas por doquier.
Hay unas gotas en plena autopista de Prados del Este a la altura del CCCT que le dan un toque diferente a esa zona tan concurrida por todos los transeúntes caraqueños.
Hay unas gotas en plena autopista de Prados del Este a la altura del CCCT que le dan un toque diferente a esa zona tan concurrida por todos los transeúntes caraqueños.
También tomé fotos a todas esas esculturas que seguro tú también recuerdas por ser emblemáticas de la ciudad. Ellas siguen allí como parte de una Venezuela que te dice lo grande que fue y que espera volver a serlo.
El Ávila:
Sentirte arropada por la majestuosidad de esta montaña es otro sentimiento único e indescriptible. La ves por todas partes y te transmite una paz que relaja a cualquiera. El clima en Caracas se mide de acuerdo a las nubes, la lluvia o los vientos que se topan con esta montaña. Las direcciones y la ubicación dentro de la ciudad también vienen marcadas por su presencia. Adicionalmente, me atrevería a decir que hasta la luz y las sombras que conseguimos en nuestras fotos vienen sujetas a ella. Yo no sé la razón exacta, pero los colores y paisajes en Caracas tienen un brillo muy particular cuando el Ávila los acompaña.
Un matrimonio muy caraqueño:
Finalmente te hablaré del motivo principal de mi visita: el matrimonio de mi hermano. Quién ha asistido a un matrimonio en Caracas sabrá de sobra que no es un matrimonio como los que se ofrecen en cualquier otra parte del mundo.
Los invitados no tienen mesas asignadas, ni cenan con entrante, plato principal y postre. No hay brindis ni palabras por parte de los padres de los novios. No existe la muy vista exposición de fotos o canciones románticas elegidas por los novios cuando se conocieron. No! Nada de eso! El banquete se sirve en las llamadas estaciones de la fiesta la cual son como kioscos de comidas temáticas que están abiertas durante toda la noche ofreciendo platos calientes sin un orden establecido.
Los novios hacen una sesión de fotos a la entrada del salón de fiesta y el vals se baila al compás del reggeatón y de la música de un DJ.
Hay mesas altas a lo largo del salón ya que hay invitados que nunca se sentarán alrededor de una mesa y pasarán la noche simplemente comiendo pasapalos.
Así pues, me fuí de Venezuela con un manojo de recuerdos bonitos y mucho calor de familia. Un calor que cuesta mucho disfrutar por las distancias y los azares del destino.
Digan lo que digan, yo puedo afirmar hoy más que nunca: Es muy rico regresar a tu país!
Gracias por leerme y hasta la próxima!
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Wao, que maravilla!!!
ResponderBorrarWao, que maravilla!!!
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